16 d’oct. 2010

Lunes 11/10/10

Artix-Bayona-Saint Jean de Luz-San Sebastián-Bilbao-Basauri-Bilbao

Como Karine se tenía que marchar a trabajar, nos levantamos con ella para desayunar y empezar nuestro viaje. Me gustaría apuntar el olor del coche, que cada vez era más intenso. La mezcla de vinagre (que se derramó un poco) y el olor corporal de 3 machos auténticos no dejaban lugar a duda que habíamos pasado diversas horas en él. Como no teníamos prisa (ni nos queríamos gastar un dineral en peajes franceses), paseamos por los pueblos típicos del sur de Francia (preciosas villas que sólo estamos acostumbrados a ver cuándo intentamos dormir la siesta con el Tour encendido), hasta llegar a uno costero precioso donde no pudimos hacer otra cosa que parar. El pueblo se llama Saint Jean de Luz. Mezcla de arquitectura medieval, casas modernistas y la playa como marco preferente. Muy bonito!
Después de gozar de las vistas, criticar sin ton ni son a surferos molones y jugarnos una multa por no pagar el ticket de la zona azul, reanudamos la marcha dirección San Sebastián. Poco a poco los carteles iban transformándose de la lengua románica a la lengua salvaje del euskera. Qué difícil es, pero a la vez que bonita. Me parece que estaría más orgulloso de aprender euskera que inglés, aunque prácticamente no me diera ninguna ventaja laboral respecto a otros.
Llegamos a la playa de la concha, aparcamos y al bajarnos del coche nos entra un hambre atroz. Como teníamos embutido optamos por la opción más económica de comprar una barra de pan y hacernos unos bocatas para comer. Al entrar en la panadería nos damos cuenta que ya estamos en el País Vasco. Dos dependientas hablando en castellano con un acento del norte que te hace retroceder y que su conversación era algo así como: “Joder, si que tardan los del banco, y yo tenía que coger un autobús. Si hubiera podido, le agarro del cuello. Que deje de contar las putas moneditas y que me atienda!” Todo esto aderezado con una buena voz y gesticulaciones propias de un leñador. En ese momento sabíamos a ciencia cierta que no nos habíamos equivocado de camino.
Sentados en un banco, en el paseo de la playa de la concha nos hicimos unos bocadillos mientras se mantenía una discusión sobre la longitud de la playa. Tampoco es momento de sangrar al perdedor (además moralmente no puedo, yo solo era juez), pero si alguna vez os preguntáis cuánto mide el paseo de la playa de la concha, no son 500m. Más bien unos 2.500m. o algo más. Como no podíamos hacer otra cosa, hicimos la foto de rigor al peine de los vientos y volvimos para el coche. Es bonito San Sebastián, pero no tiene mucho más (lo siento si hay algún enamorado de esta ciudad, pero entre lo que me costó aparcar el coche y la de pueblos preciosos que acababa de ver, no me quedó espacio en la retina para retener ésta ciudad) Y de ahí a Bilbao. Me gustaría aclarar (sobretodo para las personas que están flipando con el relato por el hecho de que no nombre prácticamente la climatología, con lo que ha dado de si este fin de semana) que sí que llovió. Pero nos respetó en todo momento. Solamente llovía por las noches mientras dormíamos, o cuando íbamos con el coche. Si teníamos que hacer una parada para visitar cualquier cosa, dejaba de llover o caía una suave llovizna como mucho.
Una vez en Bilbao, y con el GPS preparado para llevarnos directamente a la puerta del Hostel (esa noche no hicimos couchsurfing, porque teníamos pensado salir por la noche y no es plan llegar borracho a casa de un desconocido. Aunque fue la mejor opción. Barato, con wifi y desayuno. Que más se puede pedir?) Aparcamos justamente en la puerta (realmente un golpe de suerte, porque Bilbo es una ciudad muy industrial, con poco sitio para aparcar) y entramos en el Hostel. Voy a dejar los datos porque es un sitio que recomiendo enérgicamente ir. Se llama Hostel Akelarre y se encuentra en la c/ Morgan 4. Cuesta alrededor de unos 18€ y entra desayuno y la posibilidad de entrar las 24h. El trato fue lo mejor. Ayudando en lo que podían (llegué a escuchar que las recepcionistas le decían a un cliente que si quería que le dejara un paraguas para que no se mojara) Hoy en día no se ve mucha gente así (no es que me paguen por hacer publicidad, simplemente me encantó el trato)
En cuanto estuvimos apalancados, secos (en ese momento sí que llovía) fuimos a comprar unas pizzas a un Lidl (donde como todos ya sabéis podéis encontrar una motosierra, dinamita y queso en el mismo estante) y las calentamos en el microondas del hostel. Esa fue nuestra cena mientras aparecía Javi de Bilbao (amigo del Chus y mejor persona) con mucha prisa, porque había quedado en 20 min. para ir a una gran fiesta en el pueblo de al lado. Llegó, se sentó, cogió un mapa, señaló los bares de fiesta que nos podrían gustar, los bares de pinchos donde podríamos comer y se fue. Rápido y efectivo.
Decidimos salir a dar una vuelta, pero con perspectiva de volver pronto, ya que al día siguiente quedaban un montón de km. que hacer (como no, había dejado de llover completamente) A mitad del paseo, Javi (el nuestro) llama a otro amigo suyo de Bilbao, Rubén. Éste le dice que tiene un plan para esta noche que no puede rechazar: conciertos y bebida todo gratis. Como ya habíamos oído hablar de esas fiestas (las de Basauri, porque precisamente Javi de Bilbao era donde iba) nos apuntamos sin pensarlo. Haré un resumen corto de este festival para no dañar la consciencia que tenéis de nosotros. Concierto de un grupo que hacía tributo a Platero y tú, porrones de kalimotxo y zurrakapote (o como se llame) a dojo, cientos de personas cantando y bailando de una forma muy alegre, convivencia sanísima entre los asistentes, … y llegó el declive. Perdernos entre nosotros, vómitos en la calle y en los taxis ¬¬ resaca monumental al llegar a la cama.
Así acabó el lunes, y realmente no era una buena forma de empezar el martes, pero es nuestra forma…