15 d’oct. 2010

Domingo 10/10/10

Aramunt-Lourdes-Pau-Artix

Nos levantamos y mientras unos preparan el desayuno, el resto recoge todo lo escampado durante la partida (papeles, cuerda, revisión de que no se nos olvide ninguna cámara ni nada, etc..) Desayunamos y ponemos en marcha el coche. Éste viaje está diseñado como si fuera una película porque si no, no entiendo cómo nos pudieron pasar tantas cosas “malas” y cómo se solucionaron de una forma tan rocambolesca. El viaje lo hicimos los 3 mosqueteros (Javi, Chus y yo), así que imaginaos.
Para empezar nos damos cuenta que debido a los baches y piedras del camino, se debió soltar o fundir el fusible que da electricidad a ciertas partes del coche, como puede ser el cierre centralizado o lo que es más importante: la radio. Si, 1.700 Km sin música. Así hacemos nosotros los viajes, a lo grande. Como íbamos mal de tiempo (nos levantamos tarde, desayunamos con la calma, recogimos, etc..) decidimos saltarnos uno de los pueblos que queríamos visitar (Foix) y ver alguno que estuviera de camino a nuestro destino de pernocta, que iba a ser PAU. El elegido fue Lourdes. Población de peregrinaje, personas con fe y adoradores de la virgen… y nosotros 3. Debo reconocer que es un sitio muy bonito, quizá demasiado alejado a lo que debería ser (lugar donde se apareció por arte de magia la “virgen”, pueblo con una espiritualidad especial donde sus aguas te curan, remanso de paz donde se debería tener facilidad para encontrar la respuesta de dios, …) y demasiado cercano a Disneyland u otro centro de ocio, con su marketing hasta en la sopa, figuritas para comprar, etc… donde los realmente pobres se verían desplazados por el capitalismo que allí se veía. En fin, poco más que decir. Como sabéis me encanta la arquitectura y el arte eclesiástico por lo que igualmente disfrute del entorno. Lo que no comprendo aún del todo es el fuertísimo dolor de cabeza que me dio nada más entrar en Lourdes y que se me pasó nada más entrar en el pueblo de al lado. Qué raro, no?
Después de comer y cansados de caminar, de haber dormido en el suelo, de pasar varias horas y cientos de Km en coche, nos dirigimos a PAU donde habíamos quedado con Héléne. Todo esto sin más orientación que carteles y poco más, porque como no pensamos mucho, no nos dimos cuenta que el GPS sólo tiene mapas de carreteras de España y Portugal ¬¬
Llegamos a PAU, Héléne no nos coge el teléfono ninguna de las dieciséis veces que lo intentamos (ya os digo que estábamos cansados y necesitábamos cenar y poner la espalda en horizontal) Después de enviarle un sms nos lo contesta diciendo que se había ido a casa de sus padres a dormir, que lo sentía mucho y que encontráramos algo barato. Será zorra! Aquello fue un bajón para el grupo. Ya nos veíamos durmiendo en el coche o acampando con toda la lluvia en alguna montaña cercana y volver a dormir en el suelo con el frío que hacía. Realmente nos daba mucha pereza. Entonces caímos en la cuenta que había otra usuaria del couchsurfing que había contestado a nuestras peticiones.
Voy a explicar brevemente en qué consiste el couchsurfing para aquellas personas que lo desconozcan. Trata simplemente de gente que está registrada en una página web, que ofrecen un lugar para dormir a los viajeros y la posibilidad de enseñar los encantos de sus ciudades. Es la mejor forma para conocer nuevas ciudades, gastronomía, etc… Todo totalmente gratis, por el mero hecho de conocerse entre sí y saborear nuevas culturas. Simplemente magnífico.
Llamamos a la persona en cuestión, que a partir de ahora se llamará Karine, y nos dice que sí que tiene sitio para nosotros, que vayamos a Artix que es donde vive y nos lleva a su casa. No nos lo creíamos. Medio minuto antes estábamos intentando concienciarnos de cómo podríamos descansar mínimamente en el coche y ahora se nos abría el cielo para dormir cómodos, cenar caliente, etc… Con la emoción empezamos a mover el coche pero nos dimos cuenta que no teníamos ni idea de dónde estaba esa ciudad. Al intentar situarnos por carteles, y no ver nada nos entró un pequeño bajón, que no fue nada al poder comprobar la grandeza tecnológica de los últimos tiempos y utilizar el wifi de un McDonalds para orientarnos. Gracias a éste método llegamos al pueblo de Karine, que nos encontró en medio de la carretera, y nos acompañó hasta su casa.
Subimos y como agradecimiento le preparamos la cena. Consistía en una tortilla prefabricada y un pollo relleno de huevo, que todo calentado con la sartén se hacía mucho más comible. Después de una cena larga y con mucha charla (menos mal que sabía castellano, sino hubiera sido mucho más difícil lograr empatía con aquella chica) nos fuimos a dormir en los sofás que tenía en el comedor, porque al día siguiente nos esperaba un largo camino y un día más largo del que hubiéramos esperado….