22 de nov. 2017

El Parto II

Este embarazo fue distinto. Irene no pudo estar mucho por “disfrutarlo” ya que había una tercera personita que reclamaba esa atención. Ya hice un par de entradas sobre Joel, pero en este embarazo no he hecho nada (más bien casi no he puesto nada de nada en todo este tiempo porque he preferido disfrutar de nuestro hijo) pero no quería que Pol (que así se llama el nuevo elemento de la familia) quedara en el olvido, porque estoy convencido que padeceré Alzheimer prematuro y al menos podré leer en unos años aquello que escribí cuando aún no me orinaba encima.

Nuevamente ha sido un embarazo de peso, pero esta vez Irene no se tiraba en el sofá a ver series, ir al gimnasio a hacer piscina e intentar relajarse. Joel no se lo permitía y como está hecha una jabata, puede con todo. Así entre una cosa y otra han pasado 9 meses sin darnos cuenta y de repente ya lo teníamos aquí. El día que pasaríamos a ser una familia de 4 miembros.

Como venía muy grande, rápidamente hicieron el control desde el Hospital Can Ruti en Badalona. Todas las pruebas eran correctas (por más que se empeñaran las comadronas y ginecólogas en repetirle la prueba del azúcar hasta 3 veces porque estaban convencidas que era diabetes gestacional) Que no!! Que hacemos niños grandes y guapos y punto. No hay diabetes por ninguna parte. Al realizarle una cesárea forzosa con Joel y, porqué no decirlo, fue tan mal el parto, no se quisieron arriesgar y programaron cesárea para Pol también. Y al final nos dieron fecha. Un 30 de Octubre. Curiosa fecha, sobretodo para mi familia, ya que el mismo día es el aniversario de mi tío, del tío de mi tío, … Y EL MÍO. Asumo que me quedaré sin cumpleaños el resto de mis días pero no es algo que me importe demasiado.

Al fin llegó el día. Vaya noche de nervios. Nos levantamos a las 7 para estar a las 8 en el hospital y mi mujer me felicita con un beso muy dulce. No podemos negar que estamos preocupados porque no deja de ser otra operación. Ducha y hacia el hospital con el coche. Allí nos atienden rápidamente en el mostrador y nos hacen pasar para cambiarnos de ropa. Irene se ducha otra vez con el jabón especial que le dan y se pone la bata blanca, mientras que yo también me quito la ropa para ponerme el pijama azul. Esta vez podré estar al lado de Irene en el nacimiento de nuestro hijo.

Hay pocos box ocupados y nos dejan en uno que estaba precisamente al lado del que estuvimos cuando Joel. Nos vuelven los recuerdos. Aunque esta vez, no solo es menos rato, sino que no hay dolor de contracciones. Como no es una cesárea de urgencia nos dejan un rato mientras el quirófano se está siendo usando y/o limpiando. Al poco se llevan a Irene y me dejan a mi en el box. Allí le ponen a ella la epidural y la preparan, mientras yo espero con cara no saber bien qué hacer, viendo pasar enfermeras, comadronas, … todas atareadas y yo como un pasmarote. Al final sale un celador, me pone bien el tapabocas de hospital (me lo había puesto del revés) y me hace entrar en el quirófano. Allí estaba ella, en la camilla y ya había empezado a ser intervenida. Le estaban cortando y la sala olía raro. No puedo decir que oliera de forma nauseabunda, pero lógicamente tampoco sería el perfume que escogería. Me acerco a Irene y sus primeras palabras fueron “huele a pollo” Ya está, no necesito más que un segundo a su lado para que se vaya la preocupación y llegue a mi una sonrisa.

Intento analizar la situación. La cantidad de médicos que habían, no tocar ningún cable (estaba rodeado), sentarme sin moverme donde me habían dicho (justo en la cabeza de Irene, así yo tampoco podría ver lo que le estaban haciendo). Escucho de repente algo que reconozco. Es Manolo García reproducido en un ordenador de los años 70 con lo que parece Windows 98. Keep it Cutre como diría Ignatius Farray. Me dice Irene que le han preguntado qué quería escuchar y es lo que le ha pedido. Me parece perfecto. Es una buena entrada a este mundo. Intento no hacerle mucha broma para que no se mueva, todo y que está con la epidural. Yo quiero ser un elemento más del quirófano, sin molestar. Me cuesta no hacerme el gracioso en estas situaciones de nerviosismo, pero creo que lo conseguí. No dejo de prestar atención a las caras de los médicos por si pueden revelarme cómo va el proceso pero no veo ninguna mueca de preocupación, cosa que me relaja bastante. Hay una comadrona que no hace nada más que tocar un par de botones y darnos ánimos. Considero que ese trabajo es igual de útil que los médicos que están cortando, ya que al fin y al cabo somos humanos y necesitamos saber que la cosa va bien para poder mantener la calma. Esta chica hizo muy bien su trabajo.

Después de un rato que para mi fue eterno pero objetivamente no fue más de media hora desde que yo entro en quirófano, nos dice el médico “ya lo tenemos aquí” y “es muy grande” Eso ya lo sabíamos. Pol saca la cabeza y ya llora. Eran las 10:35 y sonaba San Fernando. Aún tiene todo el cuerpo dentro de Irene y ya demuestra la potencia de pulmones. Cuando consiguen sacarlo del todo (después de mucho esfuerzo y meneo del estómago de Irene) lo asoman por encima de la sábana como si fuera un teleñeco, lo bajan y se lo ponen junto a la cabeza para que pueda verlo. Está sucio y morado pero aún así nos parece precioso. Se lo llevan 10 segundos para limpiarlo, hacerle unas pruebas y me dicen que si quiero hacer el piel con piel. Anda que tardo en desabrocharme el pijama y dejar el pecho abierto para acoger a Pol. Ahí lo tengo durante 20 minutos que a mi me parecieron 20 segundos (que curiosa la relatividad del tiempo) hasta que dicen que tienen que acabar de cerrar bien a Irene, por lo que Pol y yo nos vamos a otra sala donde juntos esperamos a mamá. No me acordaba ya de cómo se coge a un bebé tan pequeño y frágil. Pero parece que es como montar en bici, a la mínima que tienes que hacerlo es un movimiento automático. Al rato (ya no voy a decir si me pareció mucho o poco porque ni me acuerdo) traen a Irene en la cama para que pueda cogerlo ella y ponérselo al pecho. ¿Cómo es posible que con esa cara sudada, dolorida, cansada, … esté tan guapa? Le coloco a Pol encima y parece que se engancha bien. Ahí estamos un buen rato, mientras se van llevando a Pol para hacerle algunas pruebas (que pesados con el azúcar) y nos lo volvían a traer.

Al final bajan una cama para llevarse a Irene y a Pol a la habitación. Yo tengo que ir por otro lado por lo que me cambio de ropa, recojo todas las cosas de Irene, busco a su madre que esperaba en la sala de ídem y subimos todos a la habitación. Sin duda una experiencia completamente diferente a la anterior. Ni esperas, ni dolores, ni miedos (más del normal), con Pol en brazos en casi todo momento, … En fin, mucho más natural (paradójicamente porque fue una cesárea programada) que lo que ocurrió con Joel (con él quisimos parto natural, arrullados por cantos de delfines en una piscina de lágrimas de sirenas y fue precisamente lo contrario)

Ya en la habitación, estar en todo momento con nuestro niño en brazos, fue todo un regalo. Que bien salen las cosas cuando salen bien. Yo por mi parte pude estar menos con Pol porque tenemos un pequeño de casi 3 años que necesita de nuestra atención, cuidados y no entiende que por primera vez en toda su vida, su madre no ha dormido junto a él. Pero debo decir que es un amor. Ha sido comprensivo, cariñoso y un cielo tratando a su madre (que podría haberla rechazado por sentirse desplazado) y a su hermanito (obviarlo por quitarle protagonismo) Nada de eso ha sucedido. Todo han sido besos, buenas maneras y tranquilidad. Quizá por toda esa situación (sumado a que mi mujer es una inconsciente y/o tiene la fortaleza de una semi diosa) a los 2 días (si nació un lunes por la mañana pues el miércoles) ya estaban los dos en casa con nosotros. Nos reunimos la familia en casa y ahí empieza la verdadera aventura de criar a 2 criaturas de la mejor manera que sabemos, intentando que la isla de la familia (Inside Out) sea la fortaleza más inexpugnable que existe.

Good Luck!!

Lo siento

Como he escrito infinidad de veces, uso este blog como desahogo, ocio o lo que me apetezca por lo que no tengo ninguna continuidad si todo está dentro de los parámetros que yo considero correctos. Es cierto que me gustaría tener una rutina para escribir ya que me relaja y me sitúa con los pies en el suelo, pero si no tengo la necesidad puedo pasar varios años sin actualizarlo o todo lo contrario, escribir 5 entradas en una semana sobre temas completamente banales (películas que he visto o cualquier otra mierda) Pero hoy me siento mal y considero que la situación está tan contaminada que necesito limpiarme y de ahí que reabra el blog, años después.

El tema no es ni la situación de Catalunya (que hay tela también) ni siquiera el nacimiento de mi nuevo vástago (lo más importante que me ha pasado en estos últimos 3 años. Supongo que cuando esté menos enfadado podré tocar el tema y escribirlo como hice con Joel para tenerlo guardado) sino que es una realidad que me duele, me avergüenza y me enfada a partes iguales. Quiero hablar del machismo, de la autoridad del hombre sobre la mujer, de la involución de la especia humana que sigue haciendo, permitiendo y obviando atrocidades como las que están sucediendo en estos tiempos. No es que en estos últimos años no hayan habido asesinatos, maltratos o vejaciones hacia la mujer. No es que no me haya indignado hasta ahora o que haya abierto los ojos de golpe al ver el mundo que me rodea. Pero si es cierto que hasta ahora no me había sentado a relajarme para escribir algo. Ha sido en el momento en que he usado un instante de mi tiempo para poder escribir cuatro chorradas para volver a tocar con los pies en el suelo de la felicidad que estoy viviendo dentro de mi hogar cuando me he dado cuenta que no puedo relajarme. Intento escribir cosas banales pero no estoy cómodo. Estoy en ese momento previo de haber bebido o comido en exceso y sé que lo mejor que puede venirle a mi organismo es vomitar. Vomitar todo lo malo y de ahí la apertura del blog nuevamente. Necesito vomitar. Y sois vosotros quien me hacéis vomitar.

Nunca jamás he tenido duda de mi hombría. Además he sido siempre un hombre de manual (competitivo hasta el punto de jugarme la salud para ganar, con la necesidad de demostrar que meo más lejos que mis compañeros, tirando de testosterona más que de cerebro para conseguir ciertas cosas en la vida, asumiendo riesgos innecesarios con tal de subir la adrenalina para sentirme mejor, etc...) pero me avergüenzo de mi género en general y de aquellos que usan su poder físico para someter a la resta en particular. ¿Pero qué cojones os pasa? Ya no podía delante de los micro machismos que tan asumidos están en esta sociedad (lenguaje, ropa, juguetes,...) para que ahora estemos en una situación tan crítica a nivel de igualdad. Y digo ahora por decir algo, ya que la cosa no viene de este mes, este año, ni siquiera de este siglo que entró hace 17 años. 

¿Han tenido que ser temas mediáticos para que nos demos cuenta de la realidad que viven miles de mujeres en todo el mundo? ¿De verdad éramos capaces de mirar hacia otro lado cuando leíamos o veíamos como un hombre  gritaba y/o humillaba a una mujer en el metro? ¿Éramos capaces de mirar hacia otro lado y no decir nada ante comentarios de borracho de bar cuando pasaba una mujer y le soltaba improperios del nivel “mira la zorrita esa, uff lo que le haría” o “ya te vas? eso es que no le pegas suficiente a tu mujer. Yo a la mía para que esté contenta le he ampliado la cocina”? Y ambos ríen como si fuera un chiste del mismísimo Chiquito de la Calzada (DEP) ¿De verdad éramos capaces? Tenemos la misma culpa aquél que lleva a cabo ese tipo de actos o comentarios como el que lo permite. 

Cierto es que nuestro cerebro es como una masa de plastilina, que recién comprada (al nacer) está fresca, voluble y podemos modificar a nuestro antojo lo que queremos, y que a medida que pasan los años y adquiere cierta forma es más difícil cambiarlo ya que se va secando. Difícil pero no imposible. Por lo tanto estamos ante una tarea tremendamente difícil cambiar la mentalidad de las personas más mayores. Pero éstos no son los que me preocupan. Me preocupa “gente” como los de La Manada, me preocupan sus defensores, me preocupa ese padre que le dice a su hijo “deja el rosa que es de niñas”, “no llores que te amariconas”, … Eso me preocupa porque yo en realidad creo que podemos cambiar esa sociedad, pero no de forma pasiva, tenemos que hacer algo. Yo ya lo intento con mi hijo. Él elije sus juguetes, su ropa y su forma de ser. Intento no condicionarlo, pero es una lucha a contracorriente. Mi propia familia se empecinó en comprarle la ropa de color azul porque es un niño. En traerle una pelota. Hasta que ha podido elegir, los juguetes que tenía eran aleatorios. Carrito con bebé todo rosa, guerreros, cocinita, pelotas… Y si tuviera la capacidad para hacer una valoración de estos 3 años estoy seguro que se sentiría feliz por las cosas que ha hecho, independientemente de con qué a jugado. Si mi hijo ahora de repente crece 20 años y marcha de casa, no entendería la vida en pareja con un hombre en el sofá y la mujer en la cocina. Porque no lo ha vivido. En mi casa cocina quien tiene más tiempo, limpia quien está en casa y si coincidimos los 2, lo hacemos entre los 2. Punto. En ningún momento podrá decir que doblar la ropa es cosa de mujeres, cocinas o limpiar lo tiene que hacer “ella” (todo esto suponiendo que es heterosexual, que ya veremos qué inclinación sexual tiene. Pero como estadísticamente la violencia suele ser mayoritaria de “macho” a “hembra” en términos biológicos, pues hago esta hipótesis desde este punto)

No veo la manera de poder colaborar más en una sociedad menos injusta (me da rabia que se pida igualdad cuando lleva tantos años de desigualdad. Es como querer equiparar sueldos y después de tantos años cobrando el doble ahora se igualen. Considero que debe haber una compensación por todos los años de ir por detrás) Solo puedo pedir disculpas por parte la parte que me toca como hombre y prometer que actuaré en consecuencia para que en mi presente, en mi futuro y en el de mis hijos hagamos una sociedad más estable, criticando ante comentarios machistas, mostrando mi repulsa de forma activa ante actos las agresiones y educando a mis hijos para que él se avergüence y actúe como debe hacerlo ante casos de este tipo si se dieran cuando sea mayor.

Que espero que no haga falta.

Good Luck!!