14 d’ag. 2012

Barranquismo


Momentos importantes en mi vida me gusta dejar constancia. Principalmente porque soy una persona con muy poca memoria y no querría que cayera en saco roto esos pequeños fragmentos que me han sucedido en determinadas ocasiones. Esta fue una de las ideas por la que cree un blog, para ir anotando lo que no quiero olvidar en un futuro no muy lejano. Si bien es cierto que no lo actualizo con la asiduidad que debería, de vez en cuando me acuerdo (o tengo el tiempo suficiente para hacerlo) y lo paso de mi mente a la red. Y esta es una ocasión como cualquier otra para hacerlo, para que no caiga en el olvido este fin de semana que me he ido a hacer barranquismo con 3 personas muy importantes para mí.

El fin de semana empezó el viernes quedando con un viejo amigo al que hacía mucho que no veía, y mucho más que no compartía experiencias con él. Quedé con Dani (Parejo, no el novio de Clara) para jugar unos futbolines en la Ovella Negra, como antiguamente hacíamos. Noche divertidísima al menos para mí (reconozco que para los que no les guste el futbolín puede ser una noche tediosa), donde nos reunimos con Dani, Rafi, las primas de Dani, Chus, Alba, Chiki, Irene y yo. Un grupo variopinto para una noche de futbolín, donde la competitividad volvía a resurgir como hacía tiempo que no la sentía (como me gusta esa sensación) El final de la noche fue lo esperado: sudados, llenos de euforia y con ganas de repetir. No se puede pedir más. Nos recogemos semi-pronto porque al día siguiente madrugamos para irnos al camping La Mola, en Espot. Chiki se queda a dormir en casa para mayor comodidad.

Me levanto pronto como cada día, voy a por churros y lo empezamos a lo grande (con zumo de naranja incluido) Llega Javi, puntual como siempre, cargamos el coche y camino a Espot (cerca de 4 horas de carreteras secundarias, con largos tramos de curvas infernales) De esas 4 horas, 3 las utilizamos para criticar a nuestros allegados, que es algo que nos encanta hacer. Como no podía ser de otra manera hicimos una visita a una rotonda en Manresa, que sin duda os recomiendo que visitéis, porque es algo digno de admirar. Poco antes de parar para comer ocurre el primer y prácticamente único incidente de todo el viaje (y mira que es raro, porque suelen estar cargados de incidentes con mayor o menor gracia para el recochineo ajeno): se estropea la radio. De repente deja de funcionar (todo indica a que se ha fundido un fusible, pero solo 2 meses después de comprarla es quizá un poco prematuro para ello) El resto del camino tuvimos que criticar más fuerte para suplir la falta de música. Paramos en Sort para comer, en un bar donde había cosas sumamente baratas, pero que al final entre todo nos salió algo más caro de lo previsto. Sin más, continuamos hacia Espot para instalarnos en el camping donde iré con los niños el día 22. Montamos la tienda con mucha maña e intentamos bañarnos en la piscina. Digo intentamos porque cada vez que la nombrábamos, el cielo se nublaba e incluso tenía la insolencia de soltar unas cuantas gotas. Todas las ocasiones de bañarnos fueron frustradas, por lo que nos subimos al coche y fuimos hasta el pueblo donde teníamos que canjear los vales (que casualmente celebraban ese fin de semana la fiesta mayor) Nos tomamos unas claritas, paseamos por las 4 calles y cenamos en el mismo restaurante que había en Sort (por lo de más vale lo malo conocido….) y como poco más había nos volvimos al camping a dormir, que mañana deberíamos estar despejados.

Una vez más, me despierto antes que acaben de poner el césped en el camping (les ayudo) y espero a que sea la hora señalada para despertar al resto del grupo. Una vez todos en pie, desayunamos un cacaolat que habíamos comprado el día anterior (siii, el cacaolat ha vuelto!!!) y desmontamos la tienda. Al recogerlo todo y nuevamente intentar bañarnos en la piscina (porque volvimos a cometer el error de decirlo en voz alta y se nos nubló el cielo), guardamos todo en el coche y fuimos para la empresa de los deportes de aventura. Allí esperamos un poquito hasta que unos guías nos hacen seguirlos a un parking de coches 5 km más abajo. Dejamos las cosas y sacan el material para el descenso de barranco: neopreno, casco, arneses, etc. Menos mal que ya llevábamos las botas de fútbol para mojarlas, que si no… Comenzamos el ascenso junto a un grupo de manresanos y rápidamente nos hacemos con el control del grupo (Badalona es mucha Badalona) Llevábamos la voz cantante durante el descenso (prácticamente cualquier chillido de uno se convertía en un canon para el que lo seguía) Del descenso poco a destacar: facilito, divertido, con alguna frase para la posteridad como la de “bajar desnudoooo” (con la entonación de “el perro es míooooo”, aunque no es difícil porque todo lo que decíamos tenía esa entonación) y con ganas de repetirlo pero quizá a otro nivel (más altura, más peligrosidad, más desnudos, …) En el bono entraba aparte del descenso, la comida y piscina en un camping de la zona. Un menú de parrillada que parecía poco pero que al terminar quedabas satisfecho. Siestecica en la única sombra que había en la piscina y café mientras vimos la final de las olimpiadas entre EEUU y España (que partidazo) Aprovechando la ocasión, donde todo el mundo estaba distraído, Chiki en el descanso se fue hacía la piscina sigilosamente y se metió, para que no le diera tiempo a las nubes a ponerse delante del sol. Al final se consiguió!! España perdió un partido más que digno y volvimos a casa con la sensación de tener los deberes hechos.

Vuelta a casa pasando por una rotonda preciosa de Montblanc dirección El Vendrell para dejar al chiki, y él para agradecérnoslo nos deja el móvil como rehén (o pupilo si has leído Juego de Tronos) Así termina un fin de semana sin prácticamente problemas, donde las risas han sido nuestro principal acompañante. Irene, Javi y Sergio son los causantes, así que muchas gracias chicos.

Good Luck!!