Momentos importantes en mi vida me gusta dejar constancia.
Principalmente porque soy una persona con muy poca memoria y no querría que
cayera en saco roto esos pequeños fragmentos que me han sucedido en
determinadas ocasiones. Esta fue una de las ideas por la que cree un blog, para
ir anotando lo que no quiero olvidar en un futuro no muy lejano. Si bien es
cierto que no lo actualizo con la asiduidad que debería, de vez en cuando me
acuerdo (o tengo el tiempo suficiente para hacerlo) y lo paso de mi mente a la
red. Y esta es una ocasión como cualquier otra para hacerlo, para que no caiga
en el olvido este fin de semana que me he ido a hacer barranquismo con 3 personas
muy importantes para mí.
El fin de semana empezó el viernes quedando con un viejo
amigo al que hacía mucho que no veía, y mucho más que no compartía experiencias
con él. Quedé con Dani (Parejo, no el novio de Clara) para jugar unos
futbolines en la Ovella Negra, como antiguamente hacíamos. Noche divertidísima
al menos para mí (reconozco que para los que no les guste el futbolín puede ser
una noche tediosa), donde nos reunimos con Dani, Rafi, las primas de Dani,
Chus, Alba, Chiki, Irene y yo. Un grupo variopinto para una noche de futbolín,
donde la competitividad volvía a resurgir como hacía tiempo que no la sentía (como
me gusta esa sensación) El final de la noche fue lo esperado: sudados, llenos
de euforia y con ganas de repetir. No se puede pedir más. Nos recogemos semi-pronto
porque al día siguiente madrugamos para irnos al camping La Mola, en Espot.
Chiki se queda a dormir en casa para mayor comodidad.
Me levanto pronto como cada día, voy a por churros y lo
empezamos a lo grande (con zumo de naranja incluido) Llega Javi, puntual como
siempre, cargamos el coche y camino a Espot (cerca de 4 horas de carreteras
secundarias, con largos tramos de curvas infernales) De esas 4 horas, 3 las
utilizamos para criticar a nuestros allegados, que es algo que nos encanta
hacer. Como no podía ser de otra manera hicimos una visita a una rotonda en
Manresa, que sin duda os recomiendo que visitéis, porque es algo digno de admirar.
Poco antes de parar para comer ocurre el primer y prácticamente único incidente
de todo el viaje (y mira que es raro, porque suelen estar cargados de
incidentes con mayor o menor gracia para el recochineo ajeno): se estropea la
radio. De repente deja de funcionar (todo indica a que se ha fundido un
fusible, pero solo 2 meses después de comprarla es quizá un poco prematuro para
ello) El resto del camino tuvimos que criticar más fuerte para suplir la falta
de música. Paramos en Sort para comer, en un bar donde había cosas sumamente
baratas, pero que al final entre todo nos salió algo más caro de lo previsto.
Sin más, continuamos hacia Espot para instalarnos en el camping donde iré con
los niños el día 22. Montamos la tienda con mucha maña e intentamos bañarnos en
la piscina. Digo intentamos porque cada vez que la nombrábamos, el cielo se
nublaba e incluso tenía la insolencia de soltar unas cuantas gotas. Todas las
ocasiones de bañarnos fueron frustradas, por lo que nos subimos al coche y
fuimos hasta el pueblo donde teníamos que canjear los vales (que casualmente
celebraban ese fin de semana la fiesta mayor) Nos tomamos unas claritas,
paseamos por las 4 calles y cenamos en el mismo restaurante que había en Sort (por
lo de más vale lo malo conocido….) y como poco más había nos volvimos al camping
a dormir, que mañana deberíamos estar despejados.
Una vez más, me despierto antes que acaben de poner el césped
en el camping (les ayudo) y espero a que sea la hora señalada para despertar al
resto del grupo. Una vez todos en pie, desayunamos un cacaolat que habíamos
comprado el día anterior (siii, el cacaolat ha vuelto!!!) y desmontamos la
tienda. Al recogerlo todo y nuevamente intentar bañarnos en la piscina (porque volvimos
a cometer el error de decirlo en voz alta y se nos nubló el cielo), guardamos
todo en el coche y fuimos para la empresa de los deportes de aventura. Allí
esperamos un poquito hasta que unos guías nos hacen seguirlos a un parking de
coches 5 km más abajo. Dejamos las cosas y sacan el material para el descenso
de barranco: neopreno, casco, arneses, etc. Menos mal que ya llevábamos las
botas de fútbol para mojarlas, que si no… Comenzamos el ascenso junto a un grupo
de manresanos y rápidamente nos hacemos con el control del grupo (Badalona es
mucha Badalona) Llevábamos la voz cantante durante el descenso (prácticamente
cualquier chillido de uno se convertía en un canon para el que lo seguía) Del
descenso poco a destacar: facilito, divertido, con alguna frase para la
posteridad como la de “bajar desnudoooo” (con la entonación de “el perro es
míooooo”, aunque no es difícil porque todo lo que decíamos tenía esa entonación)
y con ganas de repetirlo pero quizá a otro nivel (más altura, más peligrosidad,
más desnudos, …) En el bono entraba aparte del descenso, la comida y piscina en
un camping de la zona. Un menú de parrillada que parecía poco pero que al
terminar quedabas satisfecho. Siestecica en la única sombra que había en la
piscina y café mientras vimos la final de las olimpiadas entre EEUU y España (que
partidazo) Aprovechando la ocasión, donde todo el mundo estaba distraído, Chiki
en el descanso se fue hacía la piscina sigilosamente y se metió, para que no le
diera tiempo a las nubes a ponerse delante del sol. Al final se consiguió!!
España perdió un partido más que digno y volvimos a casa con la sensación de
tener los deberes hechos.
Vuelta a casa pasando por una rotonda preciosa de Montblanc
dirección El Vendrell para dejar al chiki, y él para agradecérnoslo nos deja el
móvil como rehén (o pupilo si has leído Juego de Tronos) Así termina un fin de
semana sin prácticamente problemas, donde las risas han sido nuestro principal
acompañante. Irene, Javi y Sergio son los causantes, así que muchas gracias
chicos.
Good Luck!!