Continúa el relato...
Las
vacaciones llegan a su fin. Todo fue muy rápido y no me extenderé en detalles.
Nada más levantarnos, recogemos la habitación, nos duchamos y a desayunar. Nos
volvemos a poner las botas. Guardamos las cosas en el coche, pasamos a ver si aún
tenían las fotos del búho de ayer (que por suerte las tenían, ya que cada 24
horas las destruyen, y ya estaban en el montón de eliminar), las compramos y
dejamos el hotel. Ponemos rumbo a Fernán-Núñez. En principio el recorrido era
sencillo: A2 hasta Madrid y A4 hasta Córdoba. El GPS no hacía más que intentar
meternos por la R2 o R4 (que son las mismas que las anteriores pero de pago). Al
llegar al jodido nudo de la trinitat madrileño (M-30, M-40 y M-50) nos pegamos
70 km dando vueltas por ahí hasta encontrar el acceso a la A4 dirección Córdoba.
Que jaleo de carreteras. Como te equivoques en una salida ya te puedes dar por
muerto. Hay civilizaciones enteras viviendo dentro de ese infierno de alquitrán
porque en su momento se saltaron una salida y no han sido capaces de salir. Al
encontrarla huimos literalmente de la capital hacia el sur, donde una hora más
tarde paramos a comer en un restaurante de carretera (curioso que mientras
comíamos, en la tv se viera el parking y así poder ir vigilando tu coche), y de
ahí directos a Villa Lola donde no sabían nada de nuestro viaje. Queríamos
darles una sorpresa y vaya si se la dimos. Recibimiento de Lola, Pepe, Mari y
los niños, muy emotivo.
Aunque
aquí no acabe la historia y yo escriba este blog para que no caiga en mi olvido
(que mi Alzheimer no tardará en llegar), las aventuras y desventuras familiares
siempre son las mismas, por lo que no hace falta ningún tipo de recordatorio.
Estas cosas no se me olvidan
Goog Luck!
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