22 de nov. 2017

Lo siento

Como he escrito infinidad de veces, uso este blog como desahogo, ocio o lo que me apetezca por lo que no tengo ninguna continuidad si todo está dentro de los parámetros que yo considero correctos. Es cierto que me gustaría tener una rutina para escribir ya que me relaja y me sitúa con los pies en el suelo, pero si no tengo la necesidad puedo pasar varios años sin actualizarlo o todo lo contrario, escribir 5 entradas en una semana sobre temas completamente banales (películas que he visto o cualquier otra mierda) Pero hoy me siento mal y considero que la situación está tan contaminada que necesito limpiarme y de ahí que reabra el blog, años después.

El tema no es ni la situación de Catalunya (que hay tela también) ni siquiera el nacimiento de mi nuevo vástago (lo más importante que me ha pasado en estos últimos 3 años. Supongo que cuando esté menos enfadado podré tocar el tema y escribirlo como hice con Joel para tenerlo guardado) sino que es una realidad que me duele, me avergüenza y me enfada a partes iguales. Quiero hablar del machismo, de la autoridad del hombre sobre la mujer, de la involución de la especia humana que sigue haciendo, permitiendo y obviando atrocidades como las que están sucediendo en estos tiempos. No es que en estos últimos años no hayan habido asesinatos, maltratos o vejaciones hacia la mujer. No es que no me haya indignado hasta ahora o que haya abierto los ojos de golpe al ver el mundo que me rodea. Pero si es cierto que hasta ahora no me había sentado a relajarme para escribir algo. Ha sido en el momento en que he usado un instante de mi tiempo para poder escribir cuatro chorradas para volver a tocar con los pies en el suelo de la felicidad que estoy viviendo dentro de mi hogar cuando me he dado cuenta que no puedo relajarme. Intento escribir cosas banales pero no estoy cómodo. Estoy en ese momento previo de haber bebido o comido en exceso y sé que lo mejor que puede venirle a mi organismo es vomitar. Vomitar todo lo malo y de ahí la apertura del blog nuevamente. Necesito vomitar. Y sois vosotros quien me hacéis vomitar.

Nunca jamás he tenido duda de mi hombría. Además he sido siempre un hombre de manual (competitivo hasta el punto de jugarme la salud para ganar, con la necesidad de demostrar que meo más lejos que mis compañeros, tirando de testosterona más que de cerebro para conseguir ciertas cosas en la vida, asumiendo riesgos innecesarios con tal de subir la adrenalina para sentirme mejor, etc...) pero me avergüenzo de mi género en general y de aquellos que usan su poder físico para someter a la resta en particular. ¿Pero qué cojones os pasa? Ya no podía delante de los micro machismos que tan asumidos están en esta sociedad (lenguaje, ropa, juguetes,...) para que ahora estemos en una situación tan crítica a nivel de igualdad. Y digo ahora por decir algo, ya que la cosa no viene de este mes, este año, ni siquiera de este siglo que entró hace 17 años. 

¿Han tenido que ser temas mediáticos para que nos demos cuenta de la realidad que viven miles de mujeres en todo el mundo? ¿De verdad éramos capaces de mirar hacia otro lado cuando leíamos o veíamos como un hombre  gritaba y/o humillaba a una mujer en el metro? ¿Éramos capaces de mirar hacia otro lado y no decir nada ante comentarios de borracho de bar cuando pasaba una mujer y le soltaba improperios del nivel “mira la zorrita esa, uff lo que le haría” o “ya te vas? eso es que no le pegas suficiente a tu mujer. Yo a la mía para que esté contenta le he ampliado la cocina”? Y ambos ríen como si fuera un chiste del mismísimo Chiquito de la Calzada (DEP) ¿De verdad éramos capaces? Tenemos la misma culpa aquél que lleva a cabo ese tipo de actos o comentarios como el que lo permite. 

Cierto es que nuestro cerebro es como una masa de plastilina, que recién comprada (al nacer) está fresca, voluble y podemos modificar a nuestro antojo lo que queremos, y que a medida que pasan los años y adquiere cierta forma es más difícil cambiarlo ya que se va secando. Difícil pero no imposible. Por lo tanto estamos ante una tarea tremendamente difícil cambiar la mentalidad de las personas más mayores. Pero éstos no son los que me preocupan. Me preocupa “gente” como los de La Manada, me preocupan sus defensores, me preocupa ese padre que le dice a su hijo “deja el rosa que es de niñas”, “no llores que te amariconas”, … Eso me preocupa porque yo en realidad creo que podemos cambiar esa sociedad, pero no de forma pasiva, tenemos que hacer algo. Yo ya lo intento con mi hijo. Él elije sus juguetes, su ropa y su forma de ser. Intento no condicionarlo, pero es una lucha a contracorriente. Mi propia familia se empecinó en comprarle la ropa de color azul porque es un niño. En traerle una pelota. Hasta que ha podido elegir, los juguetes que tenía eran aleatorios. Carrito con bebé todo rosa, guerreros, cocinita, pelotas… Y si tuviera la capacidad para hacer una valoración de estos 3 años estoy seguro que se sentiría feliz por las cosas que ha hecho, independientemente de con qué a jugado. Si mi hijo ahora de repente crece 20 años y marcha de casa, no entendería la vida en pareja con un hombre en el sofá y la mujer en la cocina. Porque no lo ha vivido. En mi casa cocina quien tiene más tiempo, limpia quien está en casa y si coincidimos los 2, lo hacemos entre los 2. Punto. En ningún momento podrá decir que doblar la ropa es cosa de mujeres, cocinas o limpiar lo tiene que hacer “ella” (todo esto suponiendo que es heterosexual, que ya veremos qué inclinación sexual tiene. Pero como estadísticamente la violencia suele ser mayoritaria de “macho” a “hembra” en términos biológicos, pues hago esta hipótesis desde este punto)

No veo la manera de poder colaborar más en una sociedad menos injusta (me da rabia que se pida igualdad cuando lleva tantos años de desigualdad. Es como querer equiparar sueldos y después de tantos años cobrando el doble ahora se igualen. Considero que debe haber una compensación por todos los años de ir por detrás) Solo puedo pedir disculpas por parte la parte que me toca como hombre y prometer que actuaré en consecuencia para que en mi presente, en mi futuro y en el de mis hijos hagamos una sociedad más estable, criticando ante comentarios machistas, mostrando mi repulsa de forma activa ante actos las agresiones y educando a mis hijos para que él se avergüence y actúe como debe hacerlo ante casos de este tipo si se dieran cuando sea mayor.

Que espero que no haga falta.

Good Luck!! 

2 comentaris:

isabel ha dit...

Hay que ser muy hombre para denominarse hombre. Todos los maltratadores son sólo unos cobardes
Inseguros que tienen que utilizar la fuerza física u oral para sentirse superior ante sus parejas y es del todo cierto que gran culpa la tiene la educación que han recibido y que han creado a estos machitos alfa escoria de la

isabel ha dit...

Sociedad